funcionarios públicos

Wednesday, January 04, 2006

No creas que es cuento

Su Eminencia, con tantos años en la Administración de Estado se hizo un profesional destacado, no de la ciencia que estudió, sino de la lengua, un filósofo del servicio público.

-Me acuerdo del "Botella", quien subía lentamente las escaleras, a las 8:15 todas las mañanas, con su paso lento, como si tuviera una pata de palo, daba ocho pasos, golpeaba la puerta y decía bonjour, pero este mismo hecho se repitió día tras día por más de 5 lustros- expresó Su Eminencia.

De ese insignificante hecho surgió el mayor aporte a la humanidad que ha hecho, fue más allá de lo que le dio el oficio, un científico innato, se autoproclamaba psicólogo social, un visionario de la microfísica de la administración pública.
Descubrió la “Teoría General del Bonjoures”, mezcla de intuición futurista, basada en la neurosis funcionaria que puede presagiar lo que va a suceder respecto a lo que dice y responde cada contribuyente que se acerca al mesón de atención a público. También presagia las rutinas verbales, expresivas y de conducta de los empleados. Un bonjour manifiesto son las inspecciones del Comité Paritario.

-Te quitan tiempo, se entrometen en tu espacio de trabajo, haben un breve informe y no pasa nada, o a lo más te ponen un extintor... No puedo creer que eso ocurra año a año.

El resultado de esto le llevó a formular la “Ley General de la Inercia Pública”.

-No importa lo que hagas, siempre tienes la razón a priori. Por ello no es bueno exponerse a la responsabilidad funcionaria, entre hacer y no hacer algo, es mejor lo último. – Predicaba diariamente.
Incluso acentuó la teoría cuando en un día de invierno hubo un amago en el transformador del municipio
-Accidentes laborales siempre hay, da lo mismo precaverlos, cada uno debe matar su propio toro. Estamos grandecitos para que nos vengan a controlar, ahora quieren un inspector de lo que tenemos enchufado a la zapatilla eléctrica. El alargador de corriente da para el hervidor, el pc, y la estufa, por supuesto la radio y se me olvida el cargador dl celular- le dijo a sus subalternos muerto de risa mientras veía pasar a los bomberos.
Su Eminencia, también tenía vocación de actor, se empeñaba en parodiar a sus superiores, a su esposa, compadre, ex - camaradas, subalternos e hijos... pero la regla fundamental en esto era el más crudo y vil pelambre. El pobre hombre iba por la vida a patadas con ella, rumiaba de cada acontecimiento el más mínimo atisbo de proyección personal, a fin de justificar sus teorías.
-La bestia humana ejerce su cometido público de edad en edad- así lo entendió Su Eminencia, planteando la hipótesis de la “Eternidad Funcionaria” que la definió de la siguiente manera:
-Caen los imperios, se alzan nuevas sociedades, y pese a eso siguen existiendo los funcionarios públicos. El Imperio Chino duró miles de años y durará más a través de la burocracia revolucionaria. La Iglesia ha durado 2 milenos, no por la fe, sino por el celo de sus funcionarios. Podrá acaecer una hecatombe atómica, sin embargo junto a los sobrevivientes, siempre existirán los virus, dos amebas y un ejército de funcionarios.- Expresó, cual clase magistral, mientras los subalternos oían con tedio.
- Los expertos de seguridad laboral deben higienizar los pasillos del Consistorial, mejor una bomba de racimo a todos los recintos públicos para no perpetuar la especie, perdón, la pandemia – Llevó sus manos a la frente y concluyó:
-Con la modernización del Estado, se da un paso adelante en la profilaxia pública. Viva el desarrollo. Viva la democracia. Yo tengo mi postura. Protejámonos de esos seres con un gran condón legal- Levantó la mirada, eran pasadas las 17:33, y un sentimiento de rabia espetó su pecho al ver que sus subalternos se habían ido

Pero basta de rodeos, llevó a la práctica la institucionalización del cahuín, con frases tan célebres como estas:
“Cursos y cursitos” (Lo expresaba frente a la oficina de un subalterno, caminando como muñeco a cuerda en un ida y vuelta, si alguien asistía a seminarios o actividades académicas de especialización o de prevención de riesgos).
“Cualquiera puede ser profesor” (Decía con una mueca de desprecio cuando se enteraba que un colega ganaba un concurso para impartir docencia universitaria, o que realizaba talleres de seguridad laboral).
“Le falta prestancia” (Si por la facha o el origen social el funcionario no debía fiscalizarlo).
“Es un poeta” (Para mofarse peyorativamente de un compañero con aptitudes artísticas que participaba en concursos literarios).
“Que te hay creído vo” (Siempre pensó que su carácter huraño se debía a su ascendencia nórdica, pero parece recibir genes de pehuenches argentinos, esta frase la grita cuando se amurra, dando media vuelta y añadiendo “no le debo explicaciones a nadie” Esto fue radical cuando le llamaron la atención por el alargador).
“No soy rencoroso” (Frase típica emanada después de los ataques de rabia)
“No necesito capacitación, que me van a enseñar a mí, yo puedo darles clase de cualquier cosa, no va a venir un señor a decirme lo que debo hacer”). (Argumento vinculado a la autosuficiencia del sabio, emitido en las vísperas de un curso organizado por el Comité Paritario).

Así se gestó Su Eminencia, el Gran Funcionario, que espera dichoso su jubilación. Hoy corre, regatea y exige a la brevedad cualquier reembolso del Servicio de Bienestar, reajustes, aguinaldos y leyes de incentivo, ama las asociaciones de funcionarios para pedir préstamos de urgencia y es capitalista popular. Con impecable hoja funcionaria. Con todo su poder y bondad, autonomía y sabiduría no es capaz de jugársela por nada y nadie. Me imagino su tumba, repleta de ofrendas florales con el epitafio “Al gran hombre que hizo patria. Su esposa, hijos y camaradas. Q.E.P.D.”

X NEAR

(Diciembre 2005)